PARTICIPACIÓN CIUDADANA Y UNA NUEVA CULTURA DEL AGUA EN EL PERÚ

Fecha de publicación

Viernes, 02 Octubre 2009
Si el agua es de todos,
¿Por qué no la cuidamos todos?

Una comunidad alto andina se ha congregado en un día especial. La vida merece celebrarse, es día de fiesta. La naturaleza regala al ser humano sus dones: tierra, aire, agua. No hay división ni partición, se es uno con estos dones. Una comunidad afirma su identidad, no se es, sino en relación de reciprocidad con estos dones. Hoy le toca al agua, para unos “yaku”, para otros “unu”, en síntesis, la vida que emana de las alturas, de las quebradas o del prodigio de la lluvia. Es el misterio de la reciprocidad hidrológica con el ser humano.

Si nos miramos en este espejo, tal vez nos demos cuenta de lo mucho que hemos perdido en esta relación singular. ¿Qué representa el agua en nuestras vidas? ¿Qué reflejan nuestras prácticas cotidianas en relación a este don? Redescubrir este don en su valor para la vida, asombrarnos de su existencia y también del descuido en que lo dejamos. Como el asombro que describe Rudolf Otto en su obra sobre “Lo santo”, misterio fascinans et tremendum; el agua debe provocar fascinación, pero también consternación por los descuidos que hacemos con este bien vital.

Una nueva cultura del agua, es el lema o estrategia que está movilizando a diversos públicos por alcanzar una nueva valoración de este bien, y consecuentemente, instaurar nuevas prácticas éticas que la conserven y preserven en cantidad y calidad como un bien de acceso universal. Pero al mismo tiempo, una nueva cultura del agua implica una interpelación a las ideologías y valores justificatorios de los actuales modelos de gestión, y por tanto, de nuestras propias prácticas, que ponen en riesgo la sustentabilidad del recurso hídrico.

Se trata de alcanzar un nuevo modelo de vida en relación a los bienes naturales, y específicamente, el agua. Una nueva cultura del agua demanda de cada uno de nosotros profundos cambios en nuestras escalas de valor, en los principios éticos sobre los que se orientan nuestras acciones en la relación con el medio ambiente y sus recursos, y las configuraciones culturales sobre las que se ha construido los modelos de gestión de los recursos hídricos.

Lamentablemente las nuevas matrices culturales predominantes y que están detrás del modelo de desarrollo vigente, contienen enfoques utilitarios que han generado comportamientos consumistas, una cultura del “descartable” que permite los diversos usos del agua, que quiebran el ciclo hidrológico natural y afectan la calidad del agua atentando contra la salud de las personas, y termina excluyendo a quienes han visto postergado su derecho al bien vital.

Este panorama, si bien nos ponen un telón de fondo crítico, y no es para menos, sin embargo, también encontramos situaciones y experiencias que alientan la construcción del nuevo paradigma. Instituciones públicas y privadas que coordinan por tener una mejor gestión del agua en sus territorios; cambios en las personas respecto a su valoración y comportamientos en relación al agua; grupos de interés que se organizan y movilizan para participar y ejercer su derecho ciudadano hídrico.

En el Perú se ha instaurado un nuevo marco legal con la Ley de Recursos Hídricos, Ley Nº 29338, que remarca el principio de gestión integrada participativa por cuenca hidrográfica, en el que “el uso d