Somos de agua todos
En la naturaleza, hay ciclos. El del agua pasa por la lluvia que cae, corre en ríos, pasa por tu casa, por la tierra, las plantas, los cuerpos de los seres vivos, llega al mar o se estanca en lagos. En su camino o en su destino, el calorcito la evapora y en el aire forma nubes que una vez más el sol, el viento, el clima y la vegetación deshacen en lluvia. Es el ciclo del agua.
Nadie nace solo, ni está solo ni puede vivir así. Somos con el aire que respiramos. Con el suelo que pisamos. Por donde nos movemos. Donde sembramos y trabajamos. Donde construimos nuestra casa y habitamos nuestro pueblo. Con quienes amamos y convivimos. Somos lo que heredamos y lo que aprendemos.
Vivimos con los alimentos que comemos; con los montes donde buscamos la leña, las flores, los conejos, la tierra, los manantiales, la soledad, la paz, la sombra, el silencio, la vista del pueblo desde lo alto. Podemos perder un brazo, una pierna, un ojo y seguir vivos.
Pero sin el aire, las plantas, los animales, el agua, el suelo vivo, morimos.
Nuestro gran hogar, el ecosistema donde habitamos los seres vivos, se llama planeta Tierra. Aquí vivimos, envueltos en capas de gases que son el aire.
Ese aire que filtra los rayos del sol para que no nos lastimen y nos maten. Que tiene humedad, que necesitamos tanto que, si al aire le faltara, la vida sería imposible.
Que lleva oxígeno que se filtra entre la tierra porosa para darle vida y salud, y que se junta con el hidrógeno para formar el agua.
El agua, que está en todo lo que vive: en la savia, la fruta y las semillas de las plantas y en el cuerpo de los animales. Que llena orificios y boquetes, tomando la forma de lo que la contiene.
El agua que llueve
Tras la temporada de sequía, en el pueblo esperamos las primeras lluvias. Al llegar, nos alegran y nos dan paz. Cuando el río trae agua por todo su cauce, nos gusta salir a verlo desde el puente.
Miramos las nubes, y a veces les vemos formas: una vaca, un ángel, una cueva… como si el aire pintara en el cielo lo que imagina o ve en el campo, en el monte o en el pueblo.
Miramos las nubes, digo, y debajo de donde están grises y oscuras sabemos que está lloviendo. Las vemos moverse con el viento. El cielo cambia arriba de nosotros, se oscurece. El aire huele distinto cuando trae más humedad; las plantas y la tierra sueltan sus aromas.
Ahí viene el agua, ¡por fin va a llover! Saquen los baldes para captarla. Busquen un techo. Pasen a la casa.
Nos da gusto.
El monte transforma su color marrón en verde. Ya no hay tierra seca ni polvo. Las plantas y los árboles aprovechan para nacer y crecer más rápido, para echar brotes. Y de sus flores nacen frutos que maduran antes de que termine el temporal.
El paisaje se ilumina. Las chacras se ven vivas. Luciérnagas, grillos, ranas se dejan ver y oír. Arañas de todas formas y colores tejen sus telas y atrapan insectos alados de diversas familias y tamaños, que han nacido con el agua.
Nos da gusto también ver el río limpio y caudaloso.
Un buen temporal augura agua para todo el año. Podremos oírla cantar en la acequia, abrir la llave y que salga por la manguera o por el grifo: ¡Tenemos agua!
El tanque está casi lleno. Podemos cocinar, lavar nuestra ropa y nuestros trastes, asearnos y limpiar nuestra casa. Vivir.
Nos gusta el agua cantarina, cristalina, divertida, el agua pura que nos refleja como espejo. El agua que fluye por aquí, por allá y por todos lados. Líquido y vapor. A veces, hielo. Nos gusta el agua buena porque nuestra naturaleza es de agua. Nosotros somos de agua. Cuidarla y procurarla es dejar que fluya y fluir con ella, viva y gozosa; es cuidarnos y procurarnos.
Creemos que tenemos agua buena y eso nos pone contentos. En realidad, el agua nos tiene a nosotros.
Todos la necesitamos todos los días.
El agua que está en nosotros
Por nuestro cuerpo y el de cada ser vivo, ella entra y sale: como sudor, como orina, como saliva. Y en el suelo de nuestro planeta hay mucha más agua que tierra.
¿Cuántos litros de agua crees que hay dentro de ti? Si pesas 50 kilos y eres una persona adulta pero no mayor, en tu cuerpo hay más de 32 litros de agua.
¿Cuánto de tu peso es agua?
Si pesas: tienes dentro de ti más o menos:
40 kilos - 26 litros de agua
45 kilos - 29 litros de agua
50 kilos - 32.5 litros de agua
55 kilos - 35.7 litros de agua
60 kilos - 39 litros de agua
65 kilos - 42 litros de agua
70 kilos - 45.5 litros de agua
Un bebé que pesa 10 kilos, tiene más de 8 litros de agua en su cuerpo; 80% de su peso es agua.
Del peso de una niña o un niño de 25 kilos, más o menos 20 kilos son en realidad litros de agua.
Conforme pasan los años, irás secándote un poco.
Si tu cerebro pesa un kilo, 850 gramos son pura agua.
Y de tu sangre ¡ni hablar! Un litro de sangre tiene 950 mililitros de agua.
No nada más nosotros. Cualquier ser vivo: animal, planta, hongo o bacteria, está compuesto de gran cantidad de agua.
De un pollo crudo y desplumado que pesa un kilo, 750 gramos de su peso son de pura agua.
Imagínate. Dentro de ti, el agua transporta y disuelve las sustancias que te nutren y te permiten seguir vivo. Las lleva a cada una de tus células.
También limpia el interior de tu cuerpo. Acarrea lo que no sirve y puede hacerte daño y lo saca y se lo lleva.
Gracias al agua podemos respirar, digerir, excretar, salivar, y nuestra piel y demás órganos no se parten en pedacitos.
Cada día necesitas tomar unos dos litros y medio de agua. Tomas agua con el café, la sopa, con todo lo que comes, bebes y respiras.
Tus pulmones necesitan casi medio litro de agua al día, porque tienen que estar siempre húmedos.
En tu cuerpo, el agua circula. Se mueve a través de órganos, tejidos y células.
Entra y sale de él, no sólo en forma líquida. También lo hace como vapor, a través de tu piel y del aire que respiras. Como los demás animales, y como las plantas, que absorben y exudan agua a través de sus hojas, tallos y raíces.
En la naturaleza, hay ciclos. El del agua pasa por la lluvia que cae, corre en ríos, pasa por tu casa, por la tierra, las plantas, los cuerpos de los seres vivos, llega al mar o se estanca en lagos. En su camino o en su destino, el calorcito la evapora y en el aire forma nubes que una vez más el sol, el viento, el clima y la vegetación deshacen en lluvia. Es el ciclo del agua.
Lo interesante es que una parte del ciclo del agua sucede dentro de ti y de los demás seres vivos.
Agua en movimiento
Viajera permanente, el agua es inestable. Se deja llevar invisible en el aire que, aún en los desiertos más secos, contiene algo de humedad.
El agua líquida no tiene forma; se derrama, busca por donde correr, baja por arroyos y caminos hasta las barrancas. Se mete dentro de la tierra y sale como manantiales o se queda formando las aguas subterráneas que luego sacamos de los pozos.
Agua antigua
Hay mucha agua en el universo. Pero es muy difícil encontrarla en forma líquida.
Gracias al clima de la Tierra, el agua, además, cambia de estado, pasando con la mayor facilidad de líquido a hielo, de hielo a líquido, de líquido a vapor e incluso de hielo a vapor y de vapor a hielo.
Es prácticamente el único compuesto en la Tierra que hace eso natural y constantemente.
Si no lo hiciera, no habría vida como la conocemos.
Estas rarezas del agua son de lo más comunes en nuestro planeta.
Para poder vivir, necesitamos que ella pueda pasar por esas tres formas: hielo, líquido y vapor.
El agua es maravillosa, única en la tierra. No hay más que la que hay.
Vivimos con ella y lo que a ella le pase nos sucede a nosotros.
Es íntima nuestra. Somos íntimos de ella. Es millones de años más vieja que tú.
Ha estado en muchos seres vivos, ha formado parte de numerosos ecosistemas.
Ha recorrido el interior de plantas y animales. Ha sido parte del mar. Ha hecho incontables nubes que viajan y se deshacen en lluvias. Ha conocido las células de hombres y mujeres antepasados nuestros. Ha sido lagos, ríos, aguas subterráneas.
El agua de tu cuerpo es muy antigua. Tiene la edad del universo. Nunca se va a acabar.
Lo que sí puede suceder es que deje de ser potable. Que deje de estar a tu alcance. Que te envenene. Eso no lo debes permitir.
Fuente: Las aguas jabonosas. Instituto Carlos Slim de la Salud, A.C. México. 2012.