El monitoreo participativo del agua

Cuando la gestión del agua en una comunidad no cumple las expectativas de la población, o no se cuenta con información sobre el modelo de gestión, distribución o calidad del agua, peor aún, si no existen prácticas de participación ciudadana y esto genera un impacto social adverso, entonces podemos afirmar que existen las condiciones para dar lugar a un conflicto.

Una de las maneras de evitar que estos conflictos tengan lugar es mediante la implementación de monitoreos participativos del agua, sobre todo en lugares donde se ponen en marcha proyectos intensivos de desarrollo a gran escala.

El monitoreo participativo del agua debe mitigar las causas del conflicto mediante la intervención activa de las partes interesadas, abordando sus intereses en el diseño e implementación del programa respectivo, generando información creíble y confiable, informando sobre las soluciones que pueden mitigar o remediar cualquier impacto adverso.

Pero los programas de monitoreo deben realizarse correctamente. En muchos casos las organizaciones invierten grandes cantidades de dinero para los procesos de monitoreo, incluso con un alto grado de  credibilidad técnica, pero generan poca confianza en la comunidad. Una de las razones es la verticalidad con la que estos programas suelen manejarse, generalmente por personal especializado y contratado por las mismas organizaciones quienes finalmente realizan reportes de gran rigor técnico que mayoritariamente no son entendidos fácilmente por el uso de un lenguaje inadecuado para el auditorio al que se dirige o abordando criterios que no son de interés de la comunidad sino conforme las exigencias legales o contractuales de dicha organización.

Incluso, las comunidades tienen conocimiento tardío de los resultados del monitoreo al punto que así se afecta la confianza hacia la organización y desacredita los resultados del mismo, en dicho caso, no se genera confianza pública en la información resultante y se pierde uno de los principales propósitos del monitoreo: proporcionar información creíble al público y a las autoridades para fortalecer las relaciones comunitarias e interinstitucionales.

Principios que deben considerarse en el monitoreo participativo del agua

La salud y el bienestar del medio ambiente y de las comunidades dependen de una adecuada cantidad de agua de suficiente calidad para los usos designados.

El agua es uno de los recursos con mayor riesgo como consecuencia del desarrollo.

La calidad del agua tiene un impacto directo en la salud ambiental del territorio y en la salud de las personas.

El acceso al agua en cantidad y calidad adecuada es fundamental para la reducción de la pobreza.

¿Qué busca el monitoreo participativo?

Busca identificar y resolver problemas en un esfuerzo de colaboración a través de procesos de recojo, análisis y comunicación de datos. No busca verificar un punto de vista predeterminado de un problema.

El monitoreo participativo incluye a distintas personas en todas las etapas del proceso de monitoreo, esto significa que se promueva la participación activa y dinámica de toda una gama de actores involucrados directa e indirectamente en el uso y aprovechamiento del agua en un territorio específico (mejor aún si se considera a los actores de la cuenca), de tal manera que todos participan en las diferentes etapas y todos resulten beneficiarios de los resultados.

En consecuencia, el monitoreo participativo no debe considerarse únicamente como un proceso científico, sino también como un proceso social, político y cultural. Para ello requiere de apertura, una buena disposición para escuchar los diferentes puntos de vista, una aceptación del conocimiento y del rol de los diferentes participantes, y la capacidad de otorgar credibilidad y confianza donde corresponda.

Beneficios que brinda el monitoreo participativo.

Genera en el público la confianza necesaria en los resultados obtenidos.

Es una herramienta de apoyo muy amplio a los esfuerzos de mejora en la gestión de los recursos hídricos.

Contribuye a la mitigación de impactos adversos en la población, la cuenca y/o territorio.

Reduce el desequilibrio de poderes entre la industria, el gobierno y las comunidades.

Genera en la comunidad un mayor entendimiento sobre el impacto de la gestión de los recursos hídricos.

Ayuda a las compañías y entidades de gobierno a  entender lo que realmente interesa a las comunidades y a encontrar maneras de abordar las soluciones a las controversias.

Permite que el manejo de los recursos hídricos incorpore el conocimiento y la pericia locales que de otra manera podrían permanecer ignorados y desaprovechados.

Promueve el aprendizaje mutuo compartiendo información, datos y experiencias.

Identifican con facilidad y prematuramente los asuntos controversiales antes de que escalen a una categoría de conflicto.

Promueve una compensación apropiada por los recursos dañados o perdidos.

Asegura que reciban prioridad aquellos que estén en mayor riesgo.

Fuente: Oficina del Asesor en Cumplimiento / Ombudsman (CAC) para la Corporación Financiera Internacional (CFI).