Agua que pasa por mi casa
En su viaje permanente, el agua pasa por tu casa y le das la bienvenida. Sobre todo, si es cristalina, fresca y potable. Entonces trae salud y se puede beber, cocinar, lavar y regar las plantas.
El agua líquida y potable es vital para todos los que habitamos el planeta Tierra. También necesitamos un techo, una casa y alimentos sanos, frescos y variados. Y para tenerlos, el agua es indispensable. Por eso, a los grupos humanos nos gusta vivir cerca de ríos, lagos y manantiales.
El agua es el mejor solvente y limpiador que tenemos. Todos hemos visto cómo limpia. La gota de agua, dice el refrán, cava la piedra. Tal es su poder!
Agua en tu hogar
Dentro de las casas, guardamos el agua en tanques, tinas, cisternas, baldes, que tienen que estar siempre bien limpios. Para que no se ensucie ni se eche a perder en lo que la usamos, es mejor tenerla a la sombra y tapada.
En la mayoría de las casas de las comunidades, el lavadero se encuentra al aire libre y junto a un tanque de agua fresca y limpia. A veces, bajo un techo rústico.
Las mujeres ocupan entre seis y diez horas a la semana en lavar, tender y guardar la ropa, suya y de su familia.
Del tanque, la familia toma el agua para cocinar, beber, asearse y limpiar la casa. En el lavadero las personas lavan ropa y trastes. Muchas veces es donde los habitantes de la casa se lavan manos, cara y dientes.
El agua que ahorras
Cuando hay lavadora, tiene su lugar cerca del lavadero y se llena con agua del tanque.
Muchas familias ahorran agua y detergente con la lavadora, porque los usan varias veces: Lavan primero la ropa blanca. Ya que está limpia, la sacan para enjuagarla en el lavadero, y meten, en la misma agua jabonosa, la ropa de color. Tras sacar ésta para enjuagarla, esa misma agua les servirá para lavar trapos y zapatillas.
Es una manera muy inteligente de ahorrar agua. Doña Adela Romero comentó que para bañarse calienta para dos cubetas de agua. En el cuarto de baño hay un banquito donde se sienta quien se va a bañar, junto a las cubetas de agua, jabón y champú. Sentada, la persona se baña. El agua jabonosa se filtra en la tierra a través de la coladera y un registro bajo ella. La que queda en las cubetas, se usa para regar.
Esta es una forma cómoda de bañarse, en la que ocupamos mucho menos agua que si nos duchamos.
En horas de calor, bañarse con agua fría así es muy refrescante. Si tienes ducha o la vas a instalar, consigue una regadera ahorradora de agua.
Los champús tienen demasiada espuma, son caros y algunos de sus ingredientes contaminan, resecan el cabello y lo estropean.
La mayoría de las personas de los pueblo se lava los dientes en el lavadero, y para ello utiliza un vaso de agua o menos. Es una muy buena práctica para no desperdiciar agua.
El agua es el principal limpiador de los dientes. La pasta ayuda y refresca la boca, pero no es completamente necesaria, y tiene abrasivos que lastiman el esmalte.
En lugar de pasta podemos usar una pizca de bicarbonato de sodio. Para el aliento, mastica hierbabuena, menta o cáscara de naranja. Los abuelos de los abuelos masticaban corteza de encino que les limpiaba los dientes. A los niños pequeños les daban a morder también cáscara de encino para fortalecer sus recién nacidos dientes.
El agua jabonosa
Los lavaderos tienen una salida para el agua jabonosa. Esa agua, con restos de jabón y la mugre que recogió de lo que lavamos, va a algún lado. Somos responsables de lo que hacemos con el agua jabonosa. Si nomás cae al suelo, forma charcos. Estancada, se vuelve agua muerta. Huele feo. Se ve oscura, con una capa de aceite. Es un foco de enfermedades.
Si la mandamos al cauce de un río que sólo lleva agua en tiempo de lluvias, también allí se va a encharcar en los huecos y pozas. Se echará a perder y transmitirá enfermedades y muerte.
Si el río lleva agua la ensuciará y veremos que corre gris y llena de espuma.
El agua corriente es capaz de limpiarse con el golpe de las piedras y el aire que le entra. Como cuando la pasamos de una jarra a otra desde muy alto para oxigenarla.
Pero si le cargamos demasiada agua jabonosa, como lo hace la mayoría de las familias que vive junto al río, no le da tiempo de purificarse. Y si además esta agua jabonosa lleva restos de limpiadores y champús, que no se degradan, se van a contaminar río abajo.
Una práctica muy común, es mandar por un tubo a la calle el agua jabonosa. Pensamos que así nos libramos del problema. Pero en la calle, el agua también forma charcos; también corre hacia abajo, a los ríos. La gente se resbala; los niños juegan con ella; los carros pasan y nos salpican de agua sucia. No es forma de tratarla.
Hay quien junta el agua jabonosa de su hogar con la del sanitario, que es mucho más contaminante, y las manda a un resumidero, a una fosa séptica, o a un biodigestor, o al drenaje.
El agua gris puede aprovecharse si la mandamos a una trampa de grasas, la filtramos y la volvemos a usar.
Con ella se pueden regar las plantas y árboles, lavar el piso y el carro, mojar la tierra del patio y que no se levante polvo. Se puede usar en el sanitario.
Si la aprovechamos, el agua potable nos alcanzará mejor para cocinar, beber, lavar ropa y asearnos.
Agua que viene
No es suficiente cuidar el agua dentro de tu casa, aprovecharla mejor y tratarla bien. No basta con exigir al gobierno un buen servicio de agua potable. Ni aunque pagues por ella.
Cuidar el agua significa también cuidar los lugares donde cae, se asienta, se almacena, brota o corre.
El agua potable que usas en tu hogar, viene seguramente de un manantial, un pozo o un río.
Es sabido que el agua de manantial suele ser pura y cristalina. Pero de unos años para acá, algunos manantiales brotan contaminados. Y de otros, sólo queda el recuerdo: ya se secaron.
Los manantiales, ríos y aguas profundas sufren dos grandes amenazas: el agotamiento y la contaminación.
Para que haya agua en ellos, hay que proteger las montañas, que siempre deben tener bosque.
Vamos a sembrar nuevos árboles y cuidar los que ya existen. Vamos a evitar talar las cumbres montañosas.
Vamos a permitir a la vegetación crecer con libertad en las cumbres y pendientes.
El suelo lleno de vida diversa, es una esponja que absorbe el agua. Dentro de él, esta agua llegará a depósitos y corrientes subterráneas. Brotará como manantiales, viajará como ríos y, en un momento dado, la tendremos en casa.
La otra amenaza que sufren las aguas profundas, manantiales y ríos es la contaminación. Cuando un pozo, río o manantial se contamina, el agua deja de ser potable.
Para cuidar el agua de pozos, ríos o manantiales, lo mejor es organizarnos para vigilar que los servidores públicos cumplan y hagan cumplir la ley y ayudarles en esta labor.
Nuestro hogar está conectado con otras casas y terrenos vecinos, con el río, el aire, los bosques y todo lo que los habita. Nuestra gran casa es el planeta Tierra, y todos estamos conectados formando parte de ella.
Fuente: Las aguas jabonosas. Instituto Carlos Slim de la Salud, A.C. México. 2012.